Zuiko OM 75-150 mm f 4: lo bueno, sabe bien

Redacción.- De acuerdo con la web de referencia MIR, nos encontramos ante uno de los zooms más vendidos de la gama OM Zuiko de Olympus. En realidad, se trata del primer objetivo de focal variable comercializado por esta marca, y su vida comercial se remonta al lejano 1974. A pesar de su longevidad, sorprende su altísima calidad óptica, su excelente construcción y la envidiable resistencia que muestra al paso del tiempo, como tendremos oportunidad de comentar a continuación.

Bien es cierto que, en su momento, tuvo que lidiar con los recelos (elevados a la sazón a la categoría de prejuicios) respecto a los zooms, a los cuales se les consideraba como los parientes pobres destinados a un usuario poco exigente o algo snob. Ejemplos como el que hoy nos ocupa hicieron mucho por quebrar esta tendencia de opinión, a pesar de que hoy en día todavía hay quien los desprecia como recurso para comodones... Hay que reconocer, en honor a los hechos, que los primeros modelos sí adolecían de cierta merma de calidad respecto a las focales fijas, por obvias limitaciones de construcción y también por una evidente cuestión de costes; sin embargo, la creciente aceptación de los zooms por parte del mercado permitió abaratar su producción, a lo que se debe añadir las innovaciones tecnológicas en materia de diseño y revestimientos.


Cierto es que nos encontramos ante un zoom de un rango focal modesto, de tan sólo 2x, lo cual le libera de excesivas exigencias en un plano estrictamente técnico. Ahora bien, no deja de sorprender la alta nota con la que los ingenieros de Olympus superan la prueba, al conseguir diseñar un objetivo muy compacto y relativamente ligero para los estándares de la época, dotado de un elegante mecanismo de doble anillo (lejos todavía del malhadado sistema de "un toque" que se popularizaría durante la década siguiente) y que abulta apenas lo que un teleobjetivo corriente de 135 mm.

A favor, hemos de reseñar la calidad de su acabado y la calidad de su construcción, todo cristal y metal; el recorrido del anillo de enfoque, que se resuelve en un movimiento de poco más de 90 grados; su diafragma de ocho palas, que contribuye a obtener unos desenfoques armónicos y equilibrados; su parasol metálico retráctil, generoso y efectivo; o su reducido diámetro de filtros, de tan sólo 49 mm. En contra, la inexistencia de medios clics de diafragma; una distancia mínima de enfoque algo abultada, de más de metro y medio (la cual, comparada con un modelo similar en prestaciones, el Vivitar 70-150/3.8 fabricado por Kiron, es de casi el doble); y una variofocalidad que, a pesar de lo señalado por MIR en su web, nos obliga a reajustar el enfoque al accionar el anillo de zoom.

Aparte, como es costumbre en los objetivos Zuiko, el anillo de diafragma se nos antoja algo estrecho y difícil de accionar para manos masculinas de tamaño más o menos corriente.

Una de los factores de la alta calidad de imagen de este telezoom es, sin duda, su fórmula óptica, consistente en nada menos que 15 elementos en 11 grupos, lo cual explica el peso de 430 gramos que atesora. Mide menos de 12 cm a la mínima focal y compone con la cámara de la prueba, una Olympus E-300, un conjunto equilibrado si bien algo cómico, dada la relativa estrechez de la óptica y las formas algo cuadradas del cuerpo.


Lo cierto es que, sobre el terreno, resulta un zoom sumamente atractivo, fácil de usar, que brinda una imagen bastante clara en el visor a pesar de su contenida luminosidad y que, desde el primer momento, transmite fiabilidad y confianza.

La reproducción del color es muy agradable y fiel, con una bonita tendencia cálida que personalmente agradecemos (el día de la prueba estaba muy, pero que muy nublado, y a pesar de disparar a 5300K las imágenes carecen de dominantes azuladas o magentas). Especialmente óptimo es el contraste, el cual contribuye a aumentar la sensación de nitidez general. No apreciamos problemas de flare interno, y las distorsiones (en caso de existir) quedan excluidas al disparar con una cámara del sistema Cuatro Tercios. En cuanto a las aberraciones cromáticas, uno de los talones de Aquiles de los zooms, están muy bien controladas, como puede apreciarse en su práctica inexistencia en sujetos de alto contraste (véase el marco de las ventanas en la imagen inferior).

En definitiva, un telezoom altamente recomendable, relativamente fácil de encontrar en el mercado de ocasión (no en vano, ya se ha señalado su éxito comercial) aunque no suele verse a un precio inferior a los 40-50 euros.