Redacción.- El prestigio de los objetivos de focal variable, o zooms, va por barrios: si bien existen gamas concretas aureoladas de una estima merecida, como la AT-X de Tokina, la SP de Tamron o algunas Series1 de Vivitar (y sólo por ceñirnos a las terceras marcas), la proliferación a mediados de los años ochenta del pasado siglo de modelos económicos y de un rendimiento mediocre como mucho, ha acabado pasando factura a un tipo de objetivos cómodos, versátiles e idóneos para callejear sin verse demasiado constreñido. En esta revista tenemos una especial estima por los zooms, como ya plasmamos en el artículo "¿Por qué no un zoom"?, y ello nos hace especialmente escrupulosos a la hora de someterlos a escrutinio, con objeto de separar las churras de las merinas e impedir que el descrédito de los mismos acabe haciendo pagar a justos por pecadores.

Una de las especificidades constructivas que otorgaban a los zooms de Kiron un plus de calidad óptica es su decantamiento, en no pocos casos, por los objetivos variofocales, es decir, aquellos cuyo enfoque varía al modificar la focal seleccionada. Este sistema, mucho menos cómodo para el usuario al ralentizar las operaciones previas al disparo (y que no pocos fabricantes imitaron, aunque sin avisarlo en su publicidad), redundaba sin embargo en una mejora considerable de las bondades ópticas del propio objetivo, al tener que efectuar menos renuncias que en los modelos llamados parfocales, es decir, aquellos que mantienen el enfoque aunque se modifique la focal. Este hecho hace que los zooms variofocales de Kiron sean punteros en su segmento y resulten adecuados para una clase de usuario que disfrute con los prolegómenos del disparo, seleccionando el diafragma y la focal, y enfocando sólo después... algo a lo cual, los usuarios de ópticas manuales montadas en cámaras digitales ya estamos acostumbrados.
Otro de los rangos distintivos de los zooms de Kiron es un botón de bloqueo del zoom, con el cual se puede fijar la focal durante la operación de enfoque para evitar deslizamientos imprevistos del barrilete del objetivo. Si la manipulación del objetivo ya se veía demorada por su carácter variofocal, ni que decir tiene que el eventual empleo de este dispositivo la prolonga aún más... Nosotros, durante la realización de esta prueba, hemos tenido ocasión de comprobar lo inadecuado del sistema... si bien tampoco somos muy entusiastas del modelo de zoom de "un toque", por el problema antes indicado de posible deslizamiento.
Bien, entrando en materia, vamos a analizar el tele-zoom Kiron 80-200 mm f 4,5 macro 1:4, un modelo que, a tenor de su abundancia en el mercado de ocasión actual, bien podemos decir que tuvo que gozar de un considerable éxito comercial. Se trata de un objetivo sólido, bien construido, dotado de un generoso anillo de enfoque (recubierto de goma) el cual, al tratarse de un zoom de "un toque", sirve también para seleccionar la focal. Como peculiaridad, decir que la focal más larga se encuentra implementada en el extremo más próximo al fotógrafo (como, por otro lado, ocurre también con algunos de los tele-zooms que Kiron fabricó para Vivitar, y que luego imitaría Tokina cuando le llegó el turno), lo cual nos parece especialmente práctico a la hora de equilibrar el peso y evitar posible trepidaciones al disparar a la máxima focal.
Otra particularidad de este zoom es que cierra nada menos que a ¡f 32!, algo muy inhabitual en este tipo de objetivos. A pesar de su contenida luminosidad (f 4,5), que se mantiene constante a lo largo de todo el recorrido, la imagen que brinda en el visor de la cámara nos ha sorprendido por su claridad y brillantez. Cuenta con la interesante opción de seleccionar medios clics de diafragma, algo también muy de agradecer y que no suele verse en modelos de la competencia. El diámetro de filtros es de 55 mm. Gracias a su relativamente reducida distancia mínima de enfoque (para un zoom de la época), que es de 1 metro, podemos realizar primeros planos de una magnificación aceptable, de hasta 1:4... por supuesto, muy alejado del auténtico "macro". En este tema, Kiron no pudo resistirse a mentirle un poco a su querido público, como por otro lado hicieron durante mucho tiempo todos los fabricantes de objetivos.
Para realizar las capturas de la prueba hemos utilizado una cámara del formato Cuatro Tercios, en concreto una vetusta Olympus E-300, con la cual no hemos tenido ningún problema para poder apreciar el buen rendimiento de este zoom, con unas imágenes bien contrastadas y una reproducción muy agradable del color, sin dominantes apreciables. Bien es verdad que, a plena apertura, hemos detectado una sobreabundancia preocupante de aberración cromática lateral (purple fringe) la cual no esperábamos en un fabricante famoso por sus revestimientos. En este ámbito, pues, es probable que la tecnología disponible en la época no permitiera ir más allá, o bien que fuese el peaje que decidiera pagar en beneficio de otros parámetros.
