José Luis Trullo.- Con Andrés Gaspar comparto muchas cosas: la pasión por las ópticas Minolta, el uso de cámaras digitales Olympus... la mutua pertenencia al grupo de Los Encamisados... una reciente paternidad... incluso formamos parte de la misma generación. (De las cosas que nos separan, aquí no es preciso hablar). El abismo se abre cuando contemplo sus fotografías: aquí, percibo cómo crece ante mis ojos hasta alcanzar magnitudes de gigante. Creo que no me ciega la amistad (en cualquier caso, reciente). Bastará con que el amable usuario nos acompañe en este breve periplo por su recientes composiciones para concluir que nos encontramos ante un fotógrafo con mayúsculas... Su dominio del procesado es absoluto. La técnica que exhiben sus instantáneas, evidente. Y ¡cómo relucen los objetos cuando posa su mirada sobre ellos! Puede que alguien le acuse, quizás apresuradamente, de frialdad: sin embargo, si palademos sus fotos con delectación (así lo hago yo), todo empezará a irradiar calor, luz, incluso ternura. Hay en las fotografías de Andrés Gaspar un culto, el de la belleza, que a nadie puede dejar indiferente, y con el cual resulta poco menos que inhumano no comulgar. Disfruten de la visita...

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