Vivitar 28 mm f 2.8

Redacción.- Como, a estas alturas, es bien sabido, Vivitar es sólo una marca, ¡y qué marca! Sinónimo, durante toda la década de los 70, de calidad óptica, buena construcción y excelentes resultados, en realidad ofrecía productos fabricados en Japón por industrias de primera línea: Kiron (Kino Precision), Komine, Tokina... Con la irrupción del autofoco, el nivel de su gama descendió en picado y acabó en manos de Cosina, ofreciendo zooms de un nivel medriocre y alguna que otra sorpresa... como el 100 mm f 3.5 macro, de merecida reputación.

El ejemplar que tenemos entre manos es un angular de 28 mm f 2,8 Close Focus fabricado por Komine, en buen estado general, sin marcas en las lentes ni defectos apreciables, a excepción del mecanismo del diafragma, que ha perdido el tope y debe ser accionado con sumo cuidado, para clavar cada paso. De todos modos, al haberlo probado en una cámara digital, este hecho es menos trascendente, pues el accionamiento del aro de diafragma se realiza casi como el anillo de enfoque, ajustándolo en función de nuestras necesidades en cada toma... y previsualizando el resultado en el visor. El diafragma es de 6 palas y su estado, muy bueno.

No nos encontramos ante uno de los mejores objetivos de la gama: su nitidez es muy justa y, a plena apertura, apenas suficiente. Montado en una cámara del E-System, se convierte en una focal equivalente a 48 mm, muy cómoda y versátil para todo tipo de sujetos: paisajes, planos medios... incluso su reducida distancia mínima de enfoque (por fortuna, no incurrieron en el abuso de calificarlo "macro"), en concreto de 23 cm, nos permite simpáticas tomas de proximidad con un atractivo desenfoque selectivo. La magnificación que se obtiene a dicha distancia es, según el propio fabricante, de 1:5.

Foto tomada con una Olympus E-410, a f5.6 y velocidad de obturación 1/400, ISO 100, contraste -2, nitidez +1 y saturación +1.
Archivo RAW revelado con Olympus Viewer 2 y volcado directamente a JPEG.
Las aberraciones cromáticas en sujetos contrastados son muy acusadas en tomas diurnas a pleno sol, tanto a plena apertura con diafragmando. Mucho nos tememos que la responsabilidad de esta limitación deba ser imputada a una construcción poco esmerada, algo poco frecuente tratándose de un ejemplar de Komine.

Carece de distorsiones geométricas (las cuales, en un cuerpo digital FF, sin duda deben hacer su aparición), y el viñetado es poco menos que inapreciable dado el recorte al que el sensor 4/3 somete a la imagen... y que minimiza los defectos del objetivo. Este es uno de los motivos por los que, en nuestra opinión, el uso de objetivos manuales en cámaras digitales Olympys y FTS resulta altamente recomendable.

Por otro lado, la reproducción del color es muy buena, con tonos saturados y fieles al sujeto; en cambio, el contraste no es tan bueno como otras unidades que hemos probado de la misma focal, lo cual redunda en unas imágenes algo blandas.

La unidad sometida a examen le supuso al propietario un desembolso de 4€ más portes desde España, precio que debe considerarse ventajoso para el nivel medio ofrecido por la óptica, pero que en ningún caso debería subir más allá de los 20 euros, envío incluido.

Otras fotos obtenidas con este objetivo: