José Luis Trullo (texto y fotos).- Los usuarios de material fotográfico muchas veces nos preguntamos hasta qué punto dos objetivos de una misma marca y de idéntica focal pueden diferir entre sí, por unas décimas más o menos de luminosidad... y unos cuantos años entre sus respectivas fechas de fabricación. Y, lo que es más importante, si dichas diferencias son lo bastante relevantes, en términos estrictamente fotográficos, como para justificar un desembolso considerablemente mayor. Otra cosa es el valor de coleccionista...
Vamos a someter a comparación dos angulares Minolta cuyo concepto no puede ser más opuesto entre sí. Uno se remonta a la "era dorada" de los objetivos manuales, donde el metal y el cristal eran dueños absolutos de las factorías; el otro, manufacturado ya en plástico, austero y concebido para un mercado que, a la sazón, ya se había convertido en masivo. Si el MC (siglas de "meter coupled", es decir: acoplado al fotómetro) iba destinado a las cámaras mecánicas de finales de los sesenta y primeros setenta, el MD (cuya D alude a la gama XD de Minolta, la cual permitía optar por las prioridades de apertura y de obturación, según los modelos) se inclinaba ya por las réflex dotadas de circuitería electrónica. El primero es sólido y compacto; el segundo, ligero y quizás algo endeble en las manos.
Pero vamos por partes. El MC-W.Rokkor-SG 28 mm f 3,5 es una óptica de aroma clásico. Con su anillo de enfoque moleteado en metal y sus cromados en plata, nos traslada directamente a la época en que el fotógrafo tenía que trabajarse la toma antes del disparo, y a conciencia. Y, sin embargo, a priori sus prestaciones no son en absoluto destacables: aunque posee la interesante opción de trabajar con medios clics, su diafragma mínimo es de sólo f 16. La distancia mínima de enfoque es considerable, 60 cm. El diámetro de filtro es de 55 mm. Es decir, nos encontramos con un objetivo destinado al usuario básico, sin grandes necesidades ni exigencias desorbitadas.
El MD 28 mm f 2,8 presenta un aspecto más moderno, incluso hoy. Ya encontramos la típica goma en el anillo de enfoque, de mayor tamaño; su diafragma mínimo es de f 22 y cuenta, también, con medios clics; y la distancia mínima de enfoque es de 30 cm. El diámetro de filtro es de sólo 49 mm. No es que, en sí mismo, este ejemplar vaya destinado a un usuario más avanzado: es que tanto la tecnología disponible como la propia demanda del mercado (y, no lo olvidemos, la competencia) ha madurado, trasladando sus innovaciones a los artículos fotográficos.
Nada de esto tendría demasiado interés si no pudiéramos poner a prueba ambas ópticas sobre el terreno, y de manera exigente. No nos vamos a conformar con instantáneas captadas al vuelo: evaluaremos su respectiva resolución mediante la oportuna ISO-chart, y a la máxima apertura (que es donde más duele); buscaremos las aberraciones cromáticas y las distorsiones geométricas, porque no queremos llevarnos sorpresas en el momento menos oportuno; y compararemos el rendimiento de una y otra sobre un mismo motivo (un sencillo bodegón) a distintas aperturas. Es decir, vamos a someter a estos objetivos a un auténtico "test de stress"...
METODOLOGÍA
Vamos a utilizar una cámara muy sencilla (una Olympus E-410) del formato Cuatro Tercios, con lo que quedarán salvaguardados los dos puntos débiles de todo objetivo fotográfico, especialmente los angulares: el viñetado y la caída de resolución en los bordes y las esquinas a grandes aperturas. Dispararemos a ISO 100, para optimizar el rendimiento del sensor, montando la cámara en un trípode y recurriendo al autodisparador con retardo de 2 segundos. Las tomas en estudio se han iluminado con fuentes sencillas y domésticas, buscando minimizar las sombras y lograr la mayor homogeneidad posible en todo el fotograma, algo especialmente importante en el caso de la ISO-chart. Se ha optado por el modo A (prioridad a la apertura) y compensación de exposición de +0.3... aunque ya podemos anunciar que el comportamiento del exposímetro ha mostrado considerables diferencias en uno y otro caso, así como entre distintas aperturas con el mismo objetivo: ello nos ha obligado a subir niveles en la edición para conseguir la máxima uniformidad de los resultados; no creemos que se vea comprometida la validez de los resultados, pues vamos a evaluar unos parámetros que apenas se ven afectados por ello.
1. RESOLUCIÓN A LA MÁXIMA APERTURA (ISO-chart)
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MC W.Rokkor-SG 28 mm f 3,5 |
En este primer envite, parece que sale ganando con claridad el MD: tanto la nitidez como el contraste (ambos igualmente importantes, aunque se suela dar prioridad a la primera). Si bien resulta apreciable el viñetado en ambos casos, en el recorte de la esquina superior izquierda de la ISO-chart podemos apreciar la caída de resolución del MC. No sólo eso: incluso con una iluminación difusa y suave, las aberraciones cromáticas hacen su aparición... Hay que precisar que la distancia de enfoque, de sólo 60 cm (imprescindible para llenar el cuadro con la propia carta), perjudica claramente a este último objetivo, pues coincide con el final de su propio recorrido. El papel en el que fue impresa la carta, satinado de 160 gramos, no consigue saturar las tintas todo lo que sería deseable, aunque resulta suficiente para plasmar las virtudes y defectos del material sometido a examen.
2. DISTORSIONES GEOMÉTRICAS.
En esta prueba podemos detectar una dominante fría en el caso del MC que, personalmente, nunca ha resultado de mi agrado; en este sentido, la gama MD se caracteriza por una mayor calidez de los tonos, la cual resulta muy conveniente en retrato y paisaje, aunque menos en el resto de temas. Adelantamos una posible explicación complementaria, y que puede sorprender: el MD subexpone, al menos, 0.3 EV, lo cual tiene una clara incidencia en la saturación de los tonos y su percepción visual. Carecemos del instrumental necesario para certificarlo técnicamente pero, por las pruebas realizadas, podemos asegurar que, o bien el f 3,5 del MC es algo tacaño o el f 2,8 del MD... se pasa de generoso.
En cuanto a la distorsión geométrica propiamente (de barril, en este caso), ambos objetivos andan a la par, con un mejor comportamiento (tal vez) del MC, aunque muy leve. Las tomas se realizaron a una distancia de 2 m y a f 8, ya que las eventuales distorsiones no se ven afectadas por la mayor o menor apertura del diafragma.
3. ABERRACIONES CROMÁTICAS
3. ABERRACIONES CROMÁTICAS
Este mar de pinos nos sirve para un doble propósito: evaluar el rendimiento de las ópticas a infinito, y poner de relieve las posibles aberraciones cromáticas fruto de un motivo recortado sobre un fondo con el que mantiene un violento contraste... Ninguna de las dos sale bien parada. Aunque las imágenes se captaron a f8 (punto dulce teórico), las exigentes condiciones de la toma las dejan fuera de combate, con una levísima ventaja para el MD. Percibimos, de nuevo, que la luminosidad del MC es superior (o la del MD inferior) a la nominal; al menos, en las unidades probadas. Nitidez y contraste son bastante homologables en este caso.
4. RENDIMIENTO A DISTINTAS APERTURAS
Un sencillo bodegón con la inclusión de un motivo de control muy comprometido (un elemento gráfico de bordes definidos, en este caso, el título de un libro) nos va a permitir constatar que, de nuevo, el MD saca mejor nota en general, tanto a la máxima apertura como a la mínima y a f 8. De nuevo, le favorecen su menor luminosidad y la calidez de sus tonos, mostrándose además más contrastado y estable en todos los casos.
CONCLUSIONES
Con las salvedades obvias en este tipo de pruebas con objetivos usados y muchos años a sus espaldas, además del carácter más bien artesanal de la metodología aplicada, los distintos controles realizados permiten dar como vencedor en esta comparativa al Minolta MD sobre el Rokkor MC. Aunque la "vox populi" suele colocar esta última gama por encima de la primera, lo cierto es que tampoco hay que otorgar demasiada importancia a la nomenclatura comercial que, en el caso de Minolta, no resulta tan orientativa como en otros casos. A la vista está que el MD, supuestamente más modesto, es un objetivo más aprovechable a plena apertura, más nítido y contrastado, con unos tonos más agradables y una usabilidad más amplia, procedente de su menor distancia mínima de enfoque y un rango de diafragmas más amplio, aparte de su mayor luminosidad (aunque no sea tan grande como se suponía). En fin que, de nuevo se comprueba la ley no escrita de que no siempre lo mejor es lo más bueno, o lo así reconocido como tal...