Redacción.- Pensamos en macro y la cabeza se nos va instintiva, perezosamente hacia un objetivo macro. Cometemos un error. Ante todo, porque no todos los objetivos que se presentan a sí mismos como tales lo son... y, después, porque hay varias maneras de alcanzar el auténtico rango macro.
Vamos por partes. La macrofotografía consiste, de manera estricta, en aquella que reproduce en el fotograma el motivo a su tamaño real ("life size", como lo llaman los anglófonos), es decir: que 1 cm del sujeto mide 1 cm en el fotograma. la que no alcanza ese grado de magnificación, como mucho puede calificarse como "fotografía de aproximación"; la que lo sobrepasa, entra de lleno en la categoría de "microfotografía".
Durante una época, los fabricantes de ópticas fotográficas compitieron entre sí por una porción de la tarta seduciendo a sus clientes potenciales con el reclamo "macro" (Sigma se despachó a gusto con esta práctica)... o, como poco, con un ápice de humildad, con el de "macro focusing". Otros (caso de los primeros modelos de Vivitar, sobre todo los salidos de las factorías de Kiron y Komine) fueron más honestos, y se limitaron a prometer "close focus", enfoque próximo... lo cual no deja de ser muy vago y ambiguo, pues dependía a la sazón de las expectativas del usuario y de lo que éste entendiera por más o menos próximo... Tanto se abusó del concepto que se vació de sentido, hasta el punto de que existen zooms "macro" que, a lo sumo, alcanzan magnificaciones de... ¡1:5! Un fraude.
Tampoco los objetivos "macro" escaparon a la tentación de prometer más de lo que podían dar, por su propio diseño y fórmula óptica: pensamos en el Cosina 100 mm f 3,5 ya analizado en esta revista, que sólo podía llegar a la magnificación 1:1 mediante una lente dedicada que se incluía en el kit, o decenas de modelos (sobre todo, teleobjetivos) que recurrían a un tubo adicional para alcanzar el rango deseado. Incluso hoy en día sigue dándose este exceso lingüístico: es el caso del afamado Zuiko 50 mm f 2... que se debe conformar con una magnificación de 1:2, es decir, la mitad de lo que debería dar.
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Juego de tubos de extensión Minolta, completamente manuales... y con un toque "vintage" irrresistible |
Por otro lado, el rango macro 1:1 puede alcanzarse materialmente por múltiples vías: lentes de aproximación, tubos de extensión, fuelles o anillos de inversión son todos ellos adminículos que, calzados entre la cámara y la óptica, o delante de esta última (caso de las lentes), permiten reducir la distancia mínima de enfoque, aproximar el plano focal al sujeto y conseguir una mayor magnificación del mismo... Unos son más cómodos que otros, unos dan más calidad que otros, pero todos ellos, utilizados de la manera correcta, son capaces de proporcionarnos el "life size" que ambicionamos. Veamos, en rápida síntesis, ventajas e inconvenientes de cada uno de estos sistemas:
- lentes de aproximación: parecidas a los filtros y fabricadas en distintas dioptrías, se enroscan en el frontal de cualquier objetivo y reducen la distancia de enfoque de manera proporcional a su aumento nominal; las más comunes brindan aumentos de 1x, 2x, 4x y 10x, y su calidad no pasa de aceptable siempre que diafragmemos convenientemente; suelen ser muy económicas y son válidas para usos esporádicos y poco exigentes; pueden enroscarse entre sí, aunque en ese caso el rendimiento cae verticalmente; las mejores son "acromáticas", reduciendo aberraciones y brindando una mayor calidad óptica; no restan luminosidad;
- tubos de extensión: se montan entre el objetivo y la cámara, carecen de elementos ópticos (ya que están huecos), constan de varias unidades combinables entre sí y permiten alejar el objetivo del plano focal sin mermar la calidad intrínseca de este último, aunque restan luminosidad proporcionalmente al número de tubos utilizados; son muy económicos pero algo incómodos, pues hay que acoplar una o varias piezas en función de la magnificación deseada;
- fuelles: tampoco tienen cristales que comprometan el rendimiento del objetivo y son más cómodos, al permitir variar la distancia de enfoque (y, por consiguiente, la magnificación) de manera gradual sin tener que montar y desmontar nuevos accesorios; suelen exigir el uso de un trípode y son algo más caros;
- anillos de inversión: es un recurso muy económico que nos permite alcanzar enormes aproximaciones; se reduce a una montura que se enrosca en el frontal del objetivo que queramos utilizar (normalmente, un 50 mm) y se calza en la cámara, reduciendo de manera extraordinaria la distancia mínima de enfoque; uno de los inconvenientes es que, a tan escasa distancia, podemos obstaculizar la incidencia de la fuente de luz disponible sobre el sujeto, proyectando sombra sobre el mismo.
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Rokkor 50 mm f 1.4 con anillo de inversión, a pulso. La escasa profundidad de campo compromete la precisión del enfoque. |
Todos estos accesorios (excepto el fuelle, que tiene un uso en estudio, por ejemplo, para fotografía de producto o para reproducción) deben considerarse recursos adicionales para ocasiones concretas. Si deseamos dedicarnos a la macrofotografía de modo habitual, ya sea para insectos, flores o composiciones más o menos abstractas, siempre será preferible optar por un objetivo macro, corregido y optimizado para enfoque próximo. Pero si sólo nos mueve la curiosidad o deseamos contar con un método de emergencia económico y de inferior calidad, o bien buscamos un primer contacto con la fotografía de aproximación sin realizar grandes desembolsos, pueden suponer una opción a tener muy en cuenta.
Un último apunte, antes de entrar en materia: la fotografía digital no ha variado los principios básicos de la fotografía, ni como es lógico tampoco de la macrofotografía, pero sí que debemos tener en cuenta que la eventual aplicación de un factor de recorte (variable según el formato del sensor: 4/3, APS-c...) nos permitirá aumentar el rango de magnificación nominal de los propios objetivos, aunque sea de un modo algo pedrestre. Cabrá tenerlo en cuenta a la hora de hacernos con un modelo u otro de objetivo, pues lo que en el formato de paso universal se quedaba en un humilde 1:2, en el Cuatro Tercios alcanzará sin despeinarse el anhelado rango "life size"... y todo ello, aprovechando sólo lo mejor del círculo de imagen, y desechando las comprometidas esquinas. ¡Otro mini-punto para Olympus!
FOTOGRAFÍA DE APROXIMACIÓN CON TUBOS DE EXTENSIÓN
Vamos a experimentar la fotografía de aproximación utilizando un delicioso juego de tubos de extensión Minolta, cuyo aspecto decididamente "vintage" añadirá un componente sentimental a la prueba. Se trata, en el caso que nos ocupa, de unos tubos totalmente manuales (sin comunicación alguna entre el objetivo y la cámara), lo cual no supone ningún problema pues trabajamos en un entorno digital que excluye los automatismos. Son cinco tubos distintos, ajustables entre sí en distintas combinaciones (unos, mediante rosca; otros, con bayoneta) para proporcionar diferentes rangos de magnificación. Si se calzan en un objetivo de 50 mm, podemos movernos a unas distancias escasas pero cómodas; por debajo de esta focal, se aumenta la magnificación pero la reducción de la profundidad de campo es enorme; por encima, la reducción de la distancia de enfoque es menor, y al aumento también merma.
Si bien el tubo de extensión número 1 puede utilizarse de forma aislada, útil para usos poco comprometidos, el número 2 debe usarse con el número 5 y el número 1 para encajar adecuadamente entre el objetivo y la cámara, mientras que el 3 y el 4 sólo son operativos si se enroscan en los otros tres. Esta limitación constructiva reduce enormemente nuestras opciones a la hora de determinar el rango de magnificación final, y nos obligará a recurrir al anillo de enfoque de la propia óptica para acabar de precisarla. Otra posibilidad es el echar mano de un zoom para poder movernos con comodidad, con los obvios sacrificios en términos de luminosidad y calidad óptica.
En los ejemplos que reproducimos a continuación probaremos los resultados que obtenemos con distintas focales y combinaciones diferentes de tubos, con diafragmas y distancias de enfoque variables. Podremos constatar que, para usos poco exigentes y en condiciones favorables de luz, obtenemos imágenes de calidad suficiente coqueteando con el rango macro (el cual sólo alcanzamos al utilizar cuatro tubos con un objetivo de 28 mm, eso sí, con una escasísima profundidad de campo a pesar de diafragmarlo al máximo). En el recorte de la imagen captada a f 8 con el teleobjetivo y dos tubos, comprobaremos que el rendimiento obtenido puede ser más que suficiente para la mayoría de los paladares.
- Vivitar SMS 28 mm f 2,8 Close Focus, con tubos 1+2 a f16 enfocado a infinito. El tamaño del caracol es de 5x4 cm.
- Vivitar SMS 28 mm f 2,8 Close Focus con tubos 1+2+5 a f16 enfocado a infinito.
- Minolta Celtic 135 mm f 3,5 con tubos 2+5 a f 3,5 y enfoque a 1,5 m. El diámetro del crustáceo es de 6 cm.
- Minolta Celtic 135 mm f 3,5 con tubos 2+5 a f 8 a distancia mínima de enfoque (1,5 m).
- Minolta Celtic 135 mm f 3,5 con tubos 2+5 a f 22 a distancia mínima de enfoque (1,5 m).
- Tokina RMC 35-105 mm f 3,5 Close Focusing con tubo 1, focal a 70 mm, a f 8 a la distancia mínima de enfoque (1.5 m + close focus al máximo = 45 cm). El tamaño real de la concha es de 7x7 cm.
Ficha técnica.- Las fotos han sido captadas a pulso utilizando una cámara Olympus E-300 a ISO 100 y 5300K con luz solar directa. Archivo RAW revelado con Olympus Studio 2 con valores de cámara a 0, menos el contraste a -2, contraste automático en Photoshop CS sin máscara de enfoque adicional.