José Luis Trullo (texto y fotos).- Hubo un tiempo en que los fabricantes parecían disfrutar confundiendo a los usuarios de ópticas fotográficas: marcas detrás de las cuales se ocultaba quién sabe quién; modelos replicados hasta la extenuación, bajo distintos rótulos; factorías de las que salían los mismos objetivos, con multitud de estrambóticos nombres... Fueron tiempos de relativa impunidad. La inexistencia de un medio de comunicación rápida y eficaz entre fotógrafos permitía la proliferación de unidades de calidad difícil de contrastar, donde las churras y las merinas se confundían con relativa facilidad. Con la implantación de la red de redes, dichas fechorías prácticamente han pasado a mejor vida... aunque todavía hay algunos objetivos de reciente fabricación que sigue dando pie a toda clase de elucubraciones (caso, por ejemplo, del Vivitar 14 mm f 2,8...)
Nos encontramos ante uno de esos casos, quizás uno de los más célebres, dados los protagonistas en liza. Se trata del zoom Minolta MD 35-70 mm f 3,5... una réplica del modelo que la casa japonesa fabricó para Leica, bajo el rótulo Leitz. Es conocida la relación que ambas empresas mantuvieron durante un tiempo, relación que dio origen a cierto número de objetivos de alta calidad comercializados por la europea, aunque producidos por la asiática. Lo que es menos conocido es que ésta también distribuyó por su cuenta alguna de las ópticas que había fabricada para aquélla, caso del zoom que hoy presentamos.
Se trata de un zoom que suscita en el usuario reacciones encontradas. Por un lado, su aspecto exterior (que comparte con el modelo homónimo de Minolta, aunque con la inclusión de una función "macro") no promete demasiado: la presencia masiva de plástico y el extraño anillo para seleccionar la focal, con un inexplicable rebaje que dificulta su operatividad, parecerían remitirnos a un zoom económico y de escaso rendimiento general. Sin embargo, los resultados de las tomas demuestran la excelencia originaria de este modelo.

Lo primero que llama la atención de este objetivo es la nitidez de las imágenes obtenidas con él. El contraste también resulta muy equilibrado, lo cual aumenta la sensación de limpieza de las capturas. No se aprecian distorsiones importantes, aunque el moderado rango focal del zoom (x2) y la modestia del angular, así como la contenida luminosidad, contribuyen a sortearlas. La resistencia al "flare" en tomas a contraluz es notable, como se puede comprobar en la imagen inferior (realizada sin parasol). Lo que sí hemos podido apreciar son las aberraciones cromáticas que suelen manifestarse en las imágenes que incluyen un primer plano enfocado y un fondo poco iluminado y desenfocado. La verdad, no las esperábamos.
Para concluir, diremos que este zoom cuenta con un diafragma de seis palas, que cierra hasta f 22. La distancia mínima de enfoque es de, nada menos, un metro, excesiva para el gusto actual (y el antiguo: quizá por eso Minolta incluyó una función "macro" en su modelo posterior). El recorrido del anillo de enfoque es corto, de 90 grados, lo cual agiliza la operación pero obliga a extremar las precauciones a plena apertura... El precio de la unidad que adquirimos fue de tan sólo 20 euros, más portes desde Bélgica, lo cual sólo se explica por la confusión del vendedor acerca del modelo que había puesto a la venta. El interesado en hacerse con uno no debería hacerse demasiadas ilusiones en volverlo a encontrar a ese precio...