Jupiter 50 mm f 1,5: desde Rusia, con amor...

La pléyade de ópticas de fabricación rusa es ingente y (como en botica) incluye algunas de alta calidad, muchas del montón y algún que otro truño de consideración. Dejamos para otro día un análisis pormenorizado del amplio elenco ex-soviético, en el cual destacan las marcas Industar, MIR, Rubinar, Arsat, Kiev, Zenitar... y por supuesto, uno de los más conocidos por estos lares: los Júpiter.

Muchos de los modelos de este último fabricante son calcos de la gama Sonnar, de Carl Zeiss, o eso al menos es a lo que apuntan numerosas fuentes consultadas. Así, el Jupiter-3 lo sería del Sonnar 50 mm f 1,5; el Jupiter-8, del Sonnar 50 mm f 2; el Jupiter-9, del Sonnar 85 mm f 2; el Jupiter-6, del Sonnar 180 mm f 2,8; el Jupiter-11 A, del Sonnar 135 4; y el Jupiter 37A, del Sonnar 135 3.5... por supuesto, más económicos y sometidos a un control de calidad muy diferente... lo cual los convierte, en muchos casos (quizás demasiados) en una auténtica incógnita.

La adquisición de estos objetivos en el mercado de ocasión resulta bastante procelosa, conociéndose en los foros de usuarios casos bastante pintorescos... La recomendación general es que hay que asegurarse de la procedencia de los mismos, identificar claramente al vendedor y estipular con él la eventual política de devoluciones, pues no es raro que el estado de los mismos cuando llega a nuestras manos sea poco menos que lamentable... Advertidos quedamos todos, pues.

No es el caso del Jupiter-3 que tratamos aquí y ahora, que se encuentra en unas condiciones más que aceptables. Se ha probado en una cámara Panasonic DMC-G1, del formato M4/3, con el cual forma un conjunto armonioso y equilibrado, como se observa en la foto. Se trata de un objetivo de montura M39, luminoso, con un apertura mínima de f 22 y un diafragma de (nada menos) ¡trece palas! Su construcción óptica consta de siete elementos en tres grupos, pesa menos de 150 gramos y su distancia mínima de enfoque es algo larga: 90 centímentros, lo cual reduce considerablemente el margen con el que cuenta el fotógrafo a la hora de elegir sus composiciones.

Foto de Antonio Suárez Segovia

Por el número de serie, todo apunta a que se trata de un ejemplar de principios de los setenta (es la versión KMZ, plateada, fabricada por aquellos años), y su elemento frontal presenta una tonalidad amarillenta que hace pensar en el dichoso lantano, reputado recubrimiento levemente radiactivo... Sea como fuere, ofrece unas imágenes contrastadas, con unos tonos muy agradables, resulta fácil de dominar y carece de defectos relevantes, tales como distorsiones o aberraciones... Claro que estamos ante una focal cómoda para los ingenieros, pero lo cierto es que este objetivo supera con creces el rendimiento de otros más famosos que él.

Foto de Antonio Suárez Segovia

El precio que abonó su propietario (y autor de las fotos de este artículo) fue de 120 dólares, portes incluidos desde Ucrania. Es fácil encontrarlo algo más barato, aunque hay que andarse con pies de plomo, como se ha dicho, cuando uno le quiera hincar el diente a este tipo de objetivos... no vaya a ser que, por hambriento, acabe dejándose la dentadura en el envite.

Foto de Antonio Suárez Segovia