Comparativa: Tokina RMC 70-210 mm f 3.5 vs. Vivitar 70-210 mm f 3,5 Series 1
José Luis Trullo (texto y fotos).- Someter a comparación dos objetivos que responden a sendos fabricantes es común y corriente, y hasta cierto punto tiene poco misterio: se les suponen las diferencias en cuanto a contraste, resolución, viñetado, distorsiones, aberraciones... Lo que no se suele acometer es una comparativa en el filo mismo de la navaja, como la que vamos a realizar a continuación: la de dos telezooms fabricados por una misma marca, Tokina, aunque respondiendo a criterios supuestamente diferentes, pues si en un caso se trata de un diseño ajeno (debido, como se sabe, a la estadounidense Opcon), en el otro responde a una concepción propia... Bien es verdad que a Tokina se le reprocha haber plagiado sin pudor el objetivo macro que había fabricado poco tiempo antes para Vivitar, el afamado 90 mm... El interés, por lo tanto, no estaba exento de cierto punto morboso, para ver hasta dónde la japonesa se había "inspirado" en sus socios americanos, y hasta dónde había alzado el vuelo con sus propias alas.
La comparativa va a realizarse en condiciones extremas, a saber: a plena apertura, con la consiguiente exigencia a la que se ven expuestas las ópticas, y más aún en el caso de sendos telezooms más o menos luminosos. Elegimos sujetos comprometidos, como superficies reflectantes a pleno sol o sujetos planos, donde todos los defectos y carencias quedan al descubierto. Aunque nuestra primera intención fue la de trabajar en base a recortes al 100%, como suele ser habitual en estas lides, lo cierto es que, durante la realización material de la comparativa se nos planteó una circunstancia imprevista que la condujo por otros derroteros. Aunque más adelante abundaremos en detalles, baste con saber ahora que constatamos ahora que el f 3,5 del Vivitar no era tal...
Bien, vamos por partes. La primera impresión, tanto a la vista como en la mano, resulta claramente favorable para el Tokina: tiene un tamaño y un peso superiores, mayor consistencia en cuanto a materiales y construcción, en fin, una presencia impactacte. Por su parte, el Vivitar se atiene a los cánones de los telezooms de su época, con un enjundia más contenida y humilde. Hay un factor importante, además, que los diferencia enseguida: mientras que el Tokina cuenta con dos anillos, uno para seleccionar la focal y otro para enfocar, el Vivitar responde al modelo llamado "de un toque", lo cual facilita la toma rápida pero, por desgracia, tiene sus consecuencias: de hecho, este modelo de Vivitar suele acusar con el paso del tiempo un notable desgaste de los rodamientos internos, debido al continuo vaivén al que somete la mano al tubo exterior... dificultando entonces la precisión del enfoque, el cual puede desplazarse incluso en el momento inmediatamente anterior al disparo. Por último, el Tokina cuenta con un parasol retráctil del que carece el Vivitar. En el debe del primero podemos anotar, si acaso, la ausencia de un soporte para trípode, ya que en la mano resulta un auténtico cañón...
Ambos cuentan con un diafragma de seis palas, una apertura mínima de f 22 y la posibilidad de seleccionar medios clics, los cuales sin embargo no aparecen indicados en el anillo correspondiente. El diámetro de la rosca de filtros del Tokina es de 67 mm y el del Vivitar, de 62 mm. Mientras que la distancia mínima de enfoque del primero es de 1,5 m, en el caso del segundo se reduce hasta los 1,2 m... aunque hay que señalar que el Tokina dispone de un mecanismo falsamente "macro" a la mínima focal que permite un considerable acercamiento al sujeto.
Por desgracia, el Vivitar también presume de un "macro focusing" del cual, como es lógico en un telezoom, carece por completo. Cosas de la época. Lo que hemos podido comprobar es que el rendimiento óptico resulta superior en el caso del Tokina, aunque la magnificación sea menor. Veamos un ejemplo:
Nos parece cuanto menos sorprendente que la nitidez de un recorte sea superior a la de una toma a fotograma completo... Ello se explica, como es lógico, por razones estrictamente ópticas, y es que mientras que en el enfoque a la mínima distancia realizado a la máxima focal los elementos se concentran en el frontal del objetivo, en el dispositivo macro del Tokina son los posteriores los que se desplazan para conseguir el acercamiento al sujeto, aunque sea menor la magnificación total. Otro punto para el Tokina...
Continuemos con las sorpresas. Como se ha insinuado más arriba, en nuestro plan inicial de someter estos objetivos a la clásica prueba de los recortes al 100% se cruzó un factor imprevisto: y es que, contra nuestras previsiones, y en las mismas condiciones de toma, el Vivitar parecía proporcionar resultados más contrastados y saturados... o viceversa, las imágenes tomadas con el Tokina adolecían de una general falta de consistencia visual, apareciendo lavadas y planas. Veamos el ejemplo que hizo saltar la liebre:
Si la apertura del diafragma era la misma en ambos casos, y las condiciones de iluminación no habían cambiado en los pocos segundos que nos llevó cambiar un objetivo por otro... algo raro había pasado: el Tokina parecía venirse abajo mientras que el Vivitar resistía bien la prueba a la que los sometíamos. Esto se producía tanto a la máxima apertura como al habitualmente benévolo f 8, lo cual ya no tenía tanto sentido.
Decidimos, pues, tomar este camino, pues podía resultar muy interesante desvelar si alguien había abusado de nuestra fe al rotular su telezoom con un generoso, atractivo y encarecedor f 3,5... Así que seleccionamos otro sujeto comprometido, un detalle arquitectónico bajo el inclemente sol de la Costa de la Luz gaditana, también a plena apertura:
En efecto, hay algo raro en todo esto. El Tokina parece "deslumbrarse" allí donde el Vivitar aguanta el tipo. Bien, dirá el lector, se puede explicar por una mejor calidad de los revestimientos, o porque la propia construcción del Tokina ha redundado en un peor comportamiento a la máxima apertura. Pero es que, como hemos visto, este comportamiento también se reproduce a f8... No, aquí hay gato encerrado. Vamos a hacer la prueba definitiva: expongamos el mismo sujeto a una velocidad de obturación distinta:
¡Bingo! Aun habiendo recibido más luz, la toma captada con el Vivitar sigue mostrándose algo más oscura... Hemos comprobado, pues, que se trata de un telezoom menos luminoso que su homólogo Tokina, cuyo f 3,5 ciertamente le pasa factura a plena apertura pero que, cuanto menos, responde a la realidad de las cosas. Lo que tampoco podemos obviar es que esas décimas de luminosidad adicional no parecen hacerle ningún favor... confirmándose nuestra tesis, expuesta en el artículo "Objetivos luminosos sí... no... según" que, casi siempre, una óptica menos rápida brinda mejores resultados en términos de nitidez y contraste.
Quod erat demostrandum... que dirían los teólogos medievales.
NOTA TÉCNICA. Las fotos de este reportaje han sido tomadas con una Olympus E-3, y los archivos RAW han sido revelados con el Olympus Studio 2, con valores de cámara a 0. Se ha utilizado trípode y disparo retardado con elevación de espejo, excepto en la imagen de la espadaña, que fue captada a pulso. No se ha realizado ningún retoque ni edición posterior, excepto los recortes que se indican en su caso.