Sigma 24 mm f 2.8 Super Wide II

Redacción.- El Sigma 24 mm f 2.8 Super Wide II es uno de esos objetivos que, por una extraña fiebre colectiva, atrae sobre sí de repente una atención que uno no sabe si es o no merecida. Tratándose de un angular moderado, de una luminosidad corriente y unas características, a priori, poco reseñables, hay que poner en cuarentena los entusiasmos que parece concitar y poner a prueba lo que de veras importa, a saber: los resultados que nos permite obtener, y la calidad de los mismos.

Una vez en la mano, el objetivo no sorprende. Fabricado con mucho plástico, con la típica endeblez marca de la casa (esos números serigrafiados pobremente en el barrilete que, con el tiempo, muestran una preocupante tendencia a esfumarse), se conocen casos en que el accionamiento del diafragma ha acabado por sucumbir al trato cotidiano. La unidad que hemos probado, sin embargo, muestra un estado bastante decente: el enfoque es suave y sin holguras, las lentes están limpias y el anillo del diafragma permite clavar los pasos sin vacilaciones. Un par de detalles importantes: cuenta con la posibilidad de trabajar con medios clics y el frontal del objetivo no gira al enfocar, con lo que el uso de un polarizador resulta más fácil al no tener que reajustarlo continuamente.

Cuenta con ocho elementos en siete grupos, un diámetro de filtros de 52 mm, un peso de 250 gramos, un diafragma de seis palas y una distancia mínima de enfoque de apenas 18 cm que permite alcanzar la ratio... 1:4, muy lejos del "macro" que pomposa, y engañosamente, luce en un lateral del aro frontal (un típico engañabobos de la época). Sin embargo, ese enfoque próximo sí que resulta de interés para las típicas composiciones angulares, si se utiliza en una cámara FF... lo cual no es el caso, pues se ha utilizado en una Olympus E-410.

Una vez en harina, enseguida se percibe su buena respuesta a todo tipo de situaciones fotográficas: planos generales, detalles arquitectónicos, composiciones arriesgadas... bien, por ese lado no hay queja. Si bien las aberraciones cromáticas se dejan sentir en contraluces intensos, se mueven dentro de lo admisible. El flare no hace su aparición con la frecuencia que podría temerse, según comentarios de muchos usuarios. En cambio, la distorsión de barril sí que resulta molesta, y ello aplicándole el generoso recorte del formato 4/3. No creemos que, montado en una cámara de paso universal, pueda alcanzar los límites aceptables para un angular no demasiado extremo. La nitidez es muy buena y los tonos, algo fríos.

Foto tomada con una Olympus E-410. Archivo RAW revelado con Studio 2 sin retoque, valores de cámara a 0, contraste -2.

Los usuarios de Dyxum le atribuyen a este objetivo una valoración global de 4.16 sobre 5, con el siguiente desglose: nitidez, 4.46; reproducción del color 4.45; construcción, 4.38; distorsión, 3.90 y control del flare, 3.63. Unas cifras estimables en su conjunto, pero que quedan lejos de la excelencia que hacía presumir una reputación creciente, y fácilmente constatable en los precios que alcanza en el mercado de ocasión. El propietario de esta unidad pagó por él 20 euros, más portes desde el Reino Unido, aunque suele rebasar con creces esta cifra. No creemos que haya que desembolsar mucho más, a la vista del modesto comportamiento que ha demostrado en las pruebas de campo realizadas.