Redacción / Encamisados.- En el formato 24x36 mm, o paso universal (actualmente, conocido como "formato completo" o FF, para distinguirlo del menor tamaño de los sensores digitales), la focal de 85 mm fue considerada como la ideal para retrato. Por un lado, permitía mantener con el modelo una adecuada distancia de trabajo, no tan lejana como para dificultar la comunicación ni tan cercana como para intimidarle; por otro, su reproducción de la perspectiva resultaba favorable para con las facciones humanas, conservando una proporción armoniosa entre la barbilla, los pómulos, la nariz y los ojos. Si a ello añadimos que su construcción no resultaba en exceso compleja, lo cual permitía ofrecer objetivos más o menos ligeros y luminosos, comprenderemos fácilmente su popularidad en el mercado fotográfico del pasado siglo.
Esto, en parte, ha cambiado con la irrupción de los formatos digitales. A excepción de los todavía escasos modelos de cámaras FF, reservados al usuario profesional y avanzado, el factor de recorte propio de las cámaras numéricas convierte lo que era un tele corto en un tele medio... o largo, en el caso del sistema Cuatro Tercios. Una focal de retrato por antonomasia se convierte así en un instrumento de uso menos preciso, cuya utilidad dependerá enormemente de la habilidad y la pericia del fotógrafo. Y a la inversa: gracias al factor de recorte, ahora es posible disponer de teles ligeros y luminosos que, antaño, pocos habrían soñado. (Nunca llueve a gusto de todos).
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Foto de Antonio Sánchez Segovia |
El Canon FD 85 mm f 1,8 que hoy presentamos fue, en su momento, un objetivo muy popular, tanto por los motivos arriba indicados como por su calidad constructiva y su indudable rendimiento óptico, manteniendo un compromiso equilibrado entre los diversos factores a considerar (nitidez, contraste, aberraciones y distorsión). A diferencia de su homónimo FD 85 mm f 1,2, el cual estaba vocacionalmente destinado a los profesionales del retrato, este 1,8 reunía las típicas condiciones de ligereza y compacidad propia del segmento aficionado. Ello no habla en su demérito, todo lo contrario: hay que empezar a revalorizar la gran calidad de la que podían disfrutar los usuarios de este gama de objetivos manuales; personalmente, sentimos por ella una gran simpatía.
Se trata, como se ha dicho, de un objetivo relativamente compacto, compuesto por 6 elementos en 4 grupos, un peso de 345 gramos, un diafragma de ocho palas que proporciona un bonito bokeh y una apertura mínima de f 22, contando con medios clics marcados en el propio anillo. El diámetro de la rosca de filtros es de tan sólo 52 mm y la distancia mínima de enfoque, de 85 cm. Resulta fácil de dominar, nítido y contrastado, ideal para primeros planos. El objetivo se puede utilizar sin problemas a plena apertura, lo que se agradece al tratarse de un objetivo relativamente luminoso.
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Foto de Antonio Sánchez Segovia |
Su uso en cámaras del FTS resulta problemático en la actualidad, teniendo que recurrir a ciertos apaños propios del profesor Franz de Copenhague; por el contrario, el formato M 4/3 sí proporciona un encaje excelente, componiendo un conjunto equilibrado y manejable.
La unidad probada fue adquirida por su propietario al precio de 135 dólares, envío incluido desde los Estados Unidos, y puede considerarse un precio correcto, para el estado de la misma. Ahora mismo, con el cambio en el trato aduanero a las importaciones transatlánticas, el precio puede encarecerse de manera considerable, por lo que se recomienda armarse de paciencia para hacerse con uno de estos objetivos en el continente. Con paciencia, es posible encontrar alguno a un precio ventajoso, aunque el creciente interés que despierta este tipo de ópticas puede complicar la búsqueda.
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Foto de Antonio Sánchez Segovia |